martes, 12 de julio de 2011

Argumentos ilegales sobre Malvinas

Argumentos ilegales sobre Malvinas

11/07/11 - 01:56-Clarin
Gran Bretaña invoca un principio de derecho internacional por el cual el territorio sigue a la voluntad de la gente, con independencia del origen del territorio. Pero esta idea no es compatible con otras, acordes con tiempos de descolonización.

Es natural que la sola mención de la “causa” de las Malvinas suela estar asociada con el nacionalismo y que dicha asociación provoque cierta desconfianza. En primer lugar, con una asombrosa precisión el nacionalismo argentino estuvo ligado a casi todas las causas equivocadas, la dictadura militar en particular. Sin embargo, de ahí no se sigue que el nacionalismo sea en sí mismo necesariamente el problema. En realidad, se trata de una noción típicamente política en su indeterminación ya que se podrían invocar argumentos nacionalistas, por ejemplo, tanto a favor como en contra de la invasión de 1982. Dado que los argumentos a favor son conocidos, en contra – sin entrar en consideraciones estrictamente morales – se podría sostener la imprudencia e irresponsabilidad superlativas de hacer la guerra a Gran Bretaña y de ese modo fortalecer a la dictadura militar vernácula.

En segundo lugar, el natural recelo provocado por el nacionalismo puede ser atribuido a cierta exageración respecto al vínculo que existe entre un Estado y su territorio. En efecto, no es infrecuente que algunos sostengan que entre un Estado y su territorio existe una conexión tal que sería imposible concebir, por ejemplo, a la Argentina sin su territorio esencial o sustancialmente argentino. En realidad, las naciones requieren de cierto territorio, de un territorio para poder existir y actuar, antes que de un determinado y único territorio en particular. En todo caso, la relación que guarda el país con su territorio es el resultado de varias decisiones políticas (las cuales muy probablemente incluyan tratados, guerras, etc.) antes que un destino asegurado de antemano.

Por otro lado, tienen razón quienes sostienen que un país como el nuestro con una densidad de población minúscula puede fácilmente arreglárselas sin contar con una porción mínima de territorio. Este argumento, sin embargo, no es invocado por Gran Bretaña, y muy probablemente se deba a una muy buena razón, ya que implicaría sostener que un país sólo tiene derecho al territorio que necesita. Ahora bien ¿acaso Gran Bretaña necesita estrictamente a las Malvinas, Gibraltar, la península de Cornwall o Gales para el caso? ¿Y si fuera el caso, más que Argentina?

En realidad, el argumento más fuerte que invoca Gran Bretaña es el principio de derecho internacional según el cual el territorio sigue a la voluntad de la gente, con independencia del origen del territorio. El problema con el principio del consentimiento es que no es fácilmente compatible con otro reciente principio del derecho internacional acorde con la época de la descolonización, según el cual la ocupación colonial es en el fondo el producto de una agresión y por lo tanto lisa y llanamente ilegal. El hecho de que dicha ocupación haya contado con el apoyo de la población en el territorio en cuestión no puede ser decisivo, particularmente cuando dicha población es mayoritaria o totalmente colonial. Es natural que la ocupación colonial produzca resultados colonialistas. La ocupación colonial es entonces como un delito continuo o permanente, cuyos efectos siguen en vigor mientras dura el delito. Para que empezara a contar el plazo de la prescripción primero habría que desocupar el territorio, lo cual frustraría ciertamente la reivindicación colonial.

Habría que tener en cuenta además que la legítima defensa invocada en 1982 por Gran Bretaña ante la agresión argentina no le otorga derecho alguno de soberanía sobre las islas, sino que sólo podría justificar legalmente los actos de guerra cometidos contra nuestro país en dicha ocasión. La legítima defensa en contra del agresor si bien justifica repeler al agresor no implica sin embargo el derecho de poder quedarse con los bienes del agresor.

Es entonces comprensible la desconfianza que suelen inspirar los nacionalistas al hablar de casi cualquier tema, en especial de la relación entre el territorio y el Estado. Pero de ahí no se sigue que el nacionalismo no tenga sentido como ideología política y que por lo tanto la Argentina no tenga derechos sobre las Malvinas. Al fin de cuentas, la aspiración británica no es menos nacional que la argentina. Para poder oponerse sin más a la reivindicación pacífica de las islas habría que defender un régimen político completamente cosmopolita (lo cual además por implicación impediría toda reivindicación nacional sobre las islas, incluyendo la británica) o el anarquismo, dos posiciones que, aunque no carecen de atractivo, tienen graves problemas propios.

jueves, 7 de julio de 2011

Londres se acerca a Brasilia por Malvinas

Londres se acerca a Brasilia por Malvinas
06/07/11-Clarin

Este viernes llegará al país el canciller brasileño Antonio Patriota para conmemorar con Héctor Timerman los 20 años de la agencia que estableció los acuerdos entre Brasil y Argentina sobre el uso pacífico de la energía nuclear. Una visita en medio del claro acercamiento que reinició el Reino Unido al país vecino, y en el que el conflicto por la soberanía de Malvinas está más que presente .
Basta con subrayar varios hechos comentados por la prensa vecina desde la visita del vicepremier británico Nick Clegg, a Brasilia, en junio, justo cuando su jefe, David Cameron y la presidenta Cristina Kirchner se cruzaban duramente por la cuestión Malvinas. En aquellos días, el diario O Estado de Sao Paulo informó que Clegg -al que acompañaron varios ministros interesados en ampliar el comercio con Brasil y explorar nada menos que proyectos en el sector energético- pidió ayuda al gobierno de Dilma Rousseff para moderar la retórica argentina en el conflicto por el archipiélago .
The Telegraph en Londres reportó lo mismo. Y pese a estar en pleno plan de ajuste, Londres ha decidido reforzar su sede diplomática brasileña.
La administración kirchnerista ha consolidado a lo largo de estos años el respaldo de Latinoamérica sobre la cuestión Malvinas. Foros y bloques regionales incluso rechazaron los ejercicios militares británicos en Malvinas y también la exploración petrolera en aguas en disputa.
El apoyo del Brasil de Lula da Silva fue crucial . Y Londres tomó nota de cuando Brasilia prohibió la entrada a Río de Janeiro de un buque militar británico que iba a Malvinas, en solidaridad con Argentina. Pero no pocos diplomáticos extranjeros cuestionan por lo bajo, el férreo control aéreo y naval al que el Gobierno sometió a los isleños, en tiempos en que la comunidad internacional cuestiona los bloqueos. Y subrayan que dicha política juega en contra de la constitución argentina que contempla el interés de los malvinenses.
El ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobin se encuentra en tres días de visita en Londres, y “escoltado” por su par Liam Fox. El domingo, O Estado de Sao Paulo publicó que documentos confidenciales daban cuenta de que la dictadura brasileña sobreestimó las chances argentinas en la guerra de 1982, y creyó que vencería .

miércoles, 6 de julio de 2011

“Yo no quería recordar nada de la guerra, tenía mucha bronca”

03/07/11-Clarin

Hosco, casi aislado, el “gringo” Francisco Fherenbacher fue hallado en un monte de Concordia.


El sabe que fue hace casi 30 años. Sabe que la vida siguió, y que él es un sobreviviente. Pero de tanto echar cerrojos, de tanto tapiar los recuerdos, terminó por acorazarse en el silencio. Dicen los veteranos que fueron a buscarlo que lo encontraron sentado en una silla, en alpargatas y sin medias, hosco, encerrado para adentro. Para adentro de él mismo. Y que los vecinos lo calificaban de “medio perdido, medio agresivo, definitivamente raro”.
Hoy, ya es otro. Alto, porte germano y sonrisa leve, Francisco Fherenbacher ha sido encontrado. “Cabo 1º maquinista”, dice ahora con visible orgullo este ex combatiente de Malvinas.
Nunca hablaba de eso, no quería acordarse. Tal vez por eso, en el pueblo, cuando alguna vez lo mencionó, nadie le creyó .
Sus ex compañeros de guerra del Destructor ARA Comodoro Py lo habían buscado por años y acabaron dándolo por desaparecido. Que se había ido al extranjero, pensaron. Que se había suicidado. Ni siquiera había cobrado una pensión. No estaba en Corrientes, donde había ido tras darse de baja. Nada.
La vida, con esos giros raros que da a veces (“la mano de Dios”, diría Guillermo Pérez, presidente del Centro de Ex Combatientes de Concordia) tenía preparado su regreso. Ocurrió así: “El 26 de mayo nos llama el Intendente de La Criolla –cuenta Pérez–. Querían poner el nombre de un ex combatiente a la nueva aula de informática de la Escuela. Pensamos en algún veterano local, pero nadie sabía de ninguno. Un alumno dio el nombre de Fherenbacher y aclaró que andaba medio loco. Roxana Lanner, que trabaja en la escuela, dijo que su madre lo conocía de chico y que había estado en el ARA Py. Buscamos en los registros digitales y no lo encontramos. Pensamos que era mentira. Roxana persistió; fue a la Policía, averiguó el DNI y encontró el dato: Cabo 1º maquinista”.
Fue recién en el desfile del 20 de junio en Concordia, cuando Pérez logra que otro sobreviviente de la guerra, Roberto Uzín, marino de profesión, diera con la memoria correcta: “Sí, estuvimos juntos en la Armada desde 1974 y juntos en Malvinas.
Llévenme a verlo y lo reconoceré ”.
Llamaron al Edificio Libertad. Figuraba Fherenbacher pero con la H cambiada de lugar, y con error en el documento. Por eso no lo encontraban.
Así que marcharon. Iban con ciertos temores; la gente decía que era un hombre extraño y que, a veces, rompía cosas. Que había estado en la Sala 8 de Salud Mental del Hospital Felipe Heras. Llegaron a un campo sin alambrados, con una casa rodeada de malezas, despintada de rosado antiguo y casi ningún mueble. Allí estaba Fherenbacher. Solo durante el día (vive con su hermano menor Luis, que sale temprano a trabajar y vuelve de noche). Con una mordedura de perro en la muñeca, infectada y sin curar. Sentado como quien se resigna.
- Somos ex combatientes , se presentaron de lejos
- Yo también , gritó él.
Ahora, Fherenbacher camina erguido, con su medalla de ex combatiente al pecho, buzo polar beige, jeans, zapatos, gorro azul. Sus amigos, los veteranos, le llevaron todo eso. Y comida. Algunos vinieron desde 700 kilómetros de distancia para verlo.
Tiene 57 años. “No aparento, ¿eh?”, se ríe. En 1986 pidió la baja. “Yo no quería recordar. Sólo hablaba de la guerra a veces, con mi hermano. Ahora vinieron los ex combatientes, comimos un asado. Claro que estoy contento; hay compañeros que hace 30 años no veía”, cuenta.
Los recuerdos aparecen deshilvanados. “Yo sabía que había pensiones del Gobierno pero no fui a buscarlas. No quería nada. La bronca…, la bronca de que nos engañaban… La Marina; que estábamos ganando la guerra, decían… Pero íbamos perdiendo. Murieron compañeros. El Comandante nos mandó, unos al General Belgrano y otros al Py. Yo tenía que ir al Belgrano y al final fue un compañero, y yo al Py. Murió allá. Si yo hubiera estado en el Belgrano no estaba acá. Cuando un barco se hunde se hace un aire que te chupa para abajo… Se murieron…”.
Ahora, con los encuentros, dice que está contento. Se tapa los ojos claros con las manos y queda callado. Cuando las quita, tiene brillosa la mirada. Lo que había quedado atrás vuelve. “Pero no me pone mal”, dice. Recuperó 30 años de golpe. Pérez lo explica a su modo: “A veces nos hace falta reencontrarnos para llorar. En la guerra, uno ama a Dios y al compañero, nada más. Si el compañero vive, uno también puede vivir”.
En estos años, Fherenbacher se casó, tuvo tres hijos, se separó, vivió de changas. Habita la casa que sus padres construyeron en 1946. “No trabajo ahora. Mi hermano me ayuda”. Los ex combatientes lo llevaron a la Policía y a la ANSES para sacar documento y gestionar pensiones. Físicamente no está bien, dicen ellos. Pero comenzó a recuperar el espíritu. Ahora, un aula de la escuela lleva su nombre. El ex combatiente desaparecido ha sido encontrado. Volvió a llorar con los suyos. Volvió a mirar los recuerdos a la cara. Francisco Fherenbacher está de vuelta.