domingo, 11 de octubre de 2015

Las Malvinas, ese gran amor

Tengo un plan para recuperar las Islas Malvinas. Yo sé que es un plan audaz y loco, tan loco que a nadie se le había ocurrido hasta ahora. Además puedo garantizar un 99,5% de eficacia.
Es simple, pero requiere de una estrategia totalmente novedosa: en vez de usar a las Islas Malvinas para hablar de ellas, de nuestra voluntad inquebrantable por recuperarlas y sarasa sarasa, propongo que no les demos bola. Las Islas son nuestras, ya lo sabemos, pero hay que matarlas con la indiferencia; pero no una indiferencia indiferente, sino una indiferencia de ésas que uno usa para que la mujer que uno ama venga a golpear nuestra puerta jurando que es nuestra. Claro, para eso deberemos hacer un par de cosas primero.
En mi caso, trataría de mostrarme como un tipo hábil para los negocios y el trabajo, saludable, limpio de alma y cuerpo, generoso con los otros, imaginativo, creador, emprendedor, bueno, cumplidor, de palabra, sin dobleces ni argucias, capaz de hablar de frente, y también capaz de divertirme mucho.
Encontrar alegría en cada cosa que emprendo, ser solidario, ser todo aquello que le reclamo a los otros, y sin ser perfecto, ser capaz de reconocer mis imperfecciones. Si yo creo en todo eso, tarde o temprano la mujer de mi vida estará conmigo y nos amaremos. Como dije, viene con 99,5% de eficacia garantizada.
Pues bien, el plan es que seamos eso como país, y las Islas llegarán un día a ser tan nuestras como nosotros de ellas. Si así no ocurriera, al menos sabríamos que entonces sí hicimos todo lo posible.

Fernando Sendra

fernandosendra@clarin.com

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