viernes, 8 de abril de 2016

Qué podemos hacer con las Malvinas

Juan Archibaldo Lanús



Han pasado 50 años desde que el Reino Unido modificó su obstinado rechazo a asumir el reclamo argentino por usurpación territorial. La Resolución 2065 (XX) de la Asamblea General, aprobada sin voto negativo,     instó a la Argentina y el Reino Unido a “encontrar una solución pacífica” a la disputa. En 1966 los cancilleres Miguel Ángel Zavala Ortiz y Michael Steward se comprometen a encontrar una solución “pacífica” para no afectar las excelentes relaciones bilaterales. Desde entonces hemos transitado un camino con logros y decepciones, anuncios y esperas, de promisorias expectativas y estrepitosas rupturas. Hubo momentos de negociación y proposición, otros solo de cooperación. A veces de tensión y ruptura.                                                               
 Luego de anteriores intentos fallidos, el gobierno de Carlos Menem abrió una nueva etapa de diálogo y conciliación restableciéndose las relaciones consulares y diplomáticas. Se instauró un sistema de comunicación entre las islas y el continente y en 1995 se firmó la Declaración sobre Actividades Costa Afuera que estableció un Comité de Hidrocarburos. La visita oficial del presidente Menem al Reino Unido en 1998 marcó el punto culminante de esa política de acercamiento y cordialidad. A pesar del empeño argentino, la década de los 90, finalizó sin avances sustantivos sobre el fondo del conflicto por la férrea oposición de los isleños. En 2004, luego de 14 años de reanudar relaciones diplomáticas, el Reino Unido traslada su Comando Naval del Atlántico Sur desde la Isla de Ascensión a la base de Monte Agradable en Malvinas, se aprueba una Nueva Constitución de las Malvinas, el Tratado de Lisboa (2009) las menciona … y el referéndum de marzo del 2013 confirma que sus habitantes quieren continuar siendo ciudadanos británicos. Las Malvinas están inscriptas en nuestra cultura y en el corazón del pueblo, son parte de la epopeya de nuestra emancipación enriquecida por el heroísmo de los combatientes cuya memoria debemos honrar.
Una nueva política implica aceptar algunas premisas. A la Cancillería le cabe una responsabilidad central de gestión, a través de una diplomacia profesional evitando los vaivenes de los antagonismos internos. Una política para Malvinas requiere un acuerdo con los partidos políticos. Debemos evitar la tentación de utilizar a las Malvinas para desatar pasiones emocionales. Hay acciones prioritarias. Reconstruir la confianza y cordialidad entre ambos países a nivel gubernamental y de las sociedades. En segundo lugar es necesario demoler el “Muro de Berlín” interpuesto entre los isleños y los argentinos. Son ciudadanos británicos a los que debemos garantizar y respetar en sus intereses. Debemos abrir nuestra aduana mental y fomentar el encuentro con el pueblo argentino hospitalario y generoso. En tercer lugar debemos concebir una política sin opciones de “todo o nada”, ser flexibles e imaginativos. Finalmente debemos continuar lo hecho por el anterior gobierno en todos los foros internacionales y regionales para mantener en la Agenda Internacional una las más viejas cuestiones coloniales irresueltas. Nuestro Papa Francisco aconseja una política de encuentro. Abramos nuestra conciencia para reconocer que el otro somos también nosotros.
Juan Archibaldo Lanús es diplomático e historiador. Coautor del libro Repensando Malvinas (Editorial El Ateneo, 2016)

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